Pedro J. B. B.
2/5
Acabando el tercer curso de Bellas Artes en esta facultad, aprovecho que es mi cumpleaños para celebrarlo con una pequeña reseña a la altura de mi experiencia aquí.
Empezando desde fuera, lo único bueno de donde está ubicada la facultad es su cercanía a tiendas y museos. Por lo demás, el supuesto "campus universitario" de El Ejido es de todo menos un espacio para los estudiantes. La comunicación con el exterior es horrenda, habiendo pocas líneas de autobús que lleguen hasta aquí; obviamente el metro no llega; y encontrar aparcamiento es un desafío en sí mismo, estando la zona a reventar de coches hasta en sitios en los que se supone no se debería de poder aparcar. Muchos alumnos optan por ir y venir desde la entrada al centro todos los días, porque la optativa es jugar a la lotería con la policía y que te pongan una multa por aparcar donde a veces se puede y a veces no, o tener que dar dinero a los gorrillas por "ayudarte" a aparcar. La zona está súper saturada, incluso habiendo un aparcamiento para universitarios, el cual está siempre a tope. Del parque para que hagan caca los perros que tenemos en frente mejor ni hablo.
De puertas hacia dentro, la facultad cuenta con diversos talleres, salas de ordenadores, espacios expositivos, algunas máquinas con comida y servicios, además de un patio en donde los propios alumnos ponen mesas y sillas para poder descansar.
Poca queja en este sentido, más allá de que a veces la persona que se encarga de abrir las puertas desaparece. 😅
Lo que es un problema es que la facultad está muy mal conservada, cayéndose a cachos por todos sitios, con obras interminables, e incluso inundándose cada dos por tres la clase de segundo. Ha habido veces que hemos estado sin luz y/o agua. También, me he dado cuenta de que conforme se avanza de curso cada vez hay menos espacio para todo el mundo, y no se si cambiará en cuarto y en el máster, pero no tiene pinta (los alumnos de máster disponen de un pequeño espacio individual).
En cuanto a la experiencia educativa, en general es bastante ambigua, calificándose el trabajo únicamente a finales de cuatrimestre, de manera que no se tiene referencia de la situación de cada alumno, creando un estrés innecesario. Esto se empieza a notar más a partir de tercero.
También se da que las notas varían según el profesor que te toque, y de lo mucho que le guste lo que hagas, o de lo que te acerques a algo que ese profesor califique de forma positiva. Puedes esforzarte en un trabajo y luego no ser recompensado por ello. Es cierto que hay profesores muy buenos, pero también los hay que sus clases son un absoluto desperdicio, siendo súper pasotas con su asignatura y sus alumnos. Por ejemplo, a mí me tocó perder meses de una optativa porque el profesor faltaba pero no cogía la baja para ser sustituido. También hay profesores directamente incompetentes que a duras penas demuestran conocimientos útiles de lo que deberían enseñar, no sabes cómo pueden estar dando clases en la universidad, y demasiadas veces se siente que se pierde el tiempo, simple y llanamente. Y son el colmo ya las faltas de respeto que se dan muchas veces por parte de según qué profesores. Mencionar que la mayoría del tiempo se aprende más de los compañeros que gracias a los profesores. En general la enseñanza me parece que está obsoleta, y no se pone el enfoque en donde se debería para que los egresados encuentren buenos trabajos rápidamente.
Cabe destacar la falta de organización en absolutamente todos los ámbitos. Por haber pueden haber problemas hasta al echar la matrícula. (Y no sigo porque no puedo escribir más).
Espero que paguen lo suficiente al equipo de limpieza que mantiene en pie esta facultad, porque es lamentable la situación en la que se encuentra y en la que nos tenemos que ver los alumnos. Entré con una ilusión enorme a Bellas Artes, pero la realidad supera a la ficción, y la verdad es que si no necesitas un título oficial, mejor no pierdas el tiempo aquí.
Como dicen en otra reseña, Bellas Artes en Málaga es una "Oda a la mediocridad". Buen título.